24 abril 2024

Ramiro Meyer /Arquitecto

■En esta nueva edición conversamos con Ramiro Meyer, arquitecto graduado de la FADA, UNA y líder del equipo “Tekohá Arquitectos”, quien se destaca entre los profesionales emergentes de nuestra arquitectura, por su predilección y estilo de estructuras livianas, y el legado de pertenecer a una familia de arquitectos. 

  • Cuéntanos sobre el estudio “Tekohá” y los profesionales con los que colaboraste o colaboras.

El estudio Tekohá nace orgánicamente sin nombre, en el 2011 cuando amigos y parientes se animaron a encargarme proyectitos y obritas estando yo en los últimos semestres de facultad, que me dieron mucha confianza y me permitieron independizarme de mis padres. Sobre todo creo que nace gracias a que en ese momento conocí a mi compañera de vida, Mónica Castellano, también arquitecta, quien desde el inicio creyó, apoyó y auspició mi desarrollo “independiente”, y a pesar de que no trabajamos juntos, es mi interlocutora principal en la totalidad de los proyectos y con mucho aguante de por medio en este camino de altibajos, sigue manteniendo la fe en mí. Como los primeros encargos fueron para parientes o amigos, había mucha confianza con ellos y desde el comienzo pude hacer experimentaciones constructivas y estructurales que buscaban economía y originalidad en las propuestas. Hipótesis que resultaron sumamente razonables.

En 2017 se forma un equipo cañón con Adriana Moreno, Jessica Goldenberg y Violetas Robles, con quienes le pusimos nombre y logo al estudio. En 2019 el plantel se renovó totalmente con Alexis Silva, María José Ayala y varios colaboradores más. Con la pandemia nos achicamos totalmente y hoy tenemos de vuelta un crecimiento con Alejandro Busto, Cecilia Ruiz y Fabrizio Salomón. Antes y durante Tekohá, siempre que me invitaron y colaboré en proyectos y obras con mis hermanos de la vida: Miky González y Sebastián Blanco, con quienes somos compañeros y amigos desde el colegio.

Ramiro Alexandr Meyer Cáceres.
Arquitecto, egresado de la FADA-UNA en el año 2011.
Lidera al estudio Tekohá Arquitectos.

“Todos, no sólo los arquitectos, influimos en la sociedad con nuestras obras, y es importante reflexionar cómo lo hacemos para estar satisfechos con eso.”

  •  ¿Podríamos decir que las estructuras livianas son una especialidad profesional y de la firma?

Desde los primeros proyectos exploramos con estructuras que resisten por forma y venimos acumulando cierta experiencia con las mismas.  No es nada nuevo, en los albores del hormigón armado ya existen dos caminos que toman esta nueva técnica constructiva. Uno es el del hormigón “pesado”, derivado de la lógica de los encofrados de tapiales de tierra, que utilizan mucha masa por tanto en gran medida tienen que resistir su propio peso y se manejan con la lógica estructural de la madera y el metal, con pilares verticales, vigas horizontales y losas planas horizontales, resistiendo a la flexión. Y el otro camino es el del hormigón “liviano”, hijo de las formas de la naturaleza, inicia con jardineros que experimentaban canteros, aljibes, incluso una célebre canoa, que resistían esfuerzos gracias a las dobles curvaturas y continuidad de sus superficies, haciendo trabajar el hormigón a tracción, permitiéndose así, mediante el diseño de formas inteligentes, espesores del mínimo construible.

Lo que más me atrajo desde siempre en estas estructuras, además de su sorprendente belleza, fue su economía en el consumo de recursos materiales, muy pertinente en estos tiempos donde vamos tomando conciencia del deterioro ambiental que genera nuestro rubro. Además son estructuras con mucha economía proyectual, ya que resuelven al mismo tiempo y en un todo indivisible: estructura, espacio y forma del edificio. Una síntesis perfecta de la triada vitruviana.

Como tengo un tío que trabajó con el Arq. Félix Candela, el mayor constructor del mundo de estas estructuras, de chico siempre me sorprendí con obras que él construyó aquí y donde mis padres llegaron a colaborar en sus definiciones arquitectónicas. Entonces siempre tuve respuestas de primera mano a las dudas que me generaban estas maravillas de hormigón armado. Ya en la facultad pude participar de talleres dictados por mi tío y fui su dibujante en muchos proyectos donde aprendí en profundidad sus lógicas geométricas. Mis primeros proyectos fueron calculados por él y luego según la escala de otros encargos pude guiarme por mi intuición y experiencia.

  • Sabemos que la arquitectura es una pasión de familia, pero ¿cómo tomaste la decisión de convertirte en arquitecto?

Mi primera influencia definitivamente son mis padres, ambos arquitectos. Mis primeros recuerdos con la arquitectura y la construcción vienen de siempre, me crié en una casa proyectada por ellos, que considero una joya de la arquitectura paraguaya. A la vuelta del colegio pasaba por la Constructora Meyer&Meyer donde pasaba agradables esperas entre dibujantes que para mí eran genios locos. También pasábamos por obras en curso, verdaderos universos paralelos para mi capacidad de asombro en ese entonces. Más adelante el estudio se mudó al altillo de nuestra casa y lo viví con más detalle. Me maravillaba el arte de los planos hechos a mano y las perspectivas acuareladas. Mi mamá era una de las artistas de esas obras, me fotocopiaba perspectivas en las que trabajaba y para colorearlas con mi estilo.

Esta experiencia de vida seguro desequilibró la balanza hacia Arquitectura a la hora de elegir una carrera, pero sin mucho convencimiento aún. Me generaba miedo la crisis económica que venía golpeando hace años al país y al rubro, me tocaba vivirla como hijo de arquitectos independientes. Además, deseaba estudiar filosofía, letras, ciencia de la educación, ingeniería ambiental, biología o ingeniería civil, con el mismo entusiasmo que arquitectura. Simplemente me jugué por la carrera más familiar.

Durante el Curso Probatorio de Admisión me convencí totalmente de la decisión y disfruté la facultad como el momento más estimulante de mi vida. Además de la experiencia académica, las amistades y los viajes, considero que fue fundamental en paralelo poder trabajar. El estudio de mis padres se reactivaba lentamente con la economía del país, así pude observar y aprender de dibujantes digitales, que fueron siempre pacientes en responder mis preguntas y se convertían en amigos y guías mayores de la facultad.

 A partir de 4° semestre empecé a trabajar medio tiempo en el departamento de arquitectura de la constructora Gustafson&Asociados, un hermoso lugar de trabajo, de mucha invención, altos estándares de calidad, y buena onda sobre todo. Luego de dos años, trabajé dos años más con el Arq. Sergio Ruggeri, con quién considero haber aprendido más que en toda la facultad. Su estudio funcionaba en ese entonces dentro del Estudio Ruggero-Zarza, vivía respirando y leyendo buena arquitectura rodeado de maestros. Finalmente, terminando la facultad, el estudio de mis padres empezó a tener unos cuántos encargos importantes y decidí que era el momento de ayudarlos. Aprovechando la experiencia acumulada, me convertí en hombre orquesta del estudio, encargado de proyectos, dibujos, obras, compras, pagos y números. Esta experiencia terminó dándome la seguridad de poder encarar trabajos de manera independiente.

Me sentí arquitecto de a poco, creo que a partir de mi primera obra, que fue una muralla ventilada que me confió mi tío Ricardo, también arquitecto y decano de la facultad. Esa muralla, desde el proyecto junto a mi tío, la investigación y su materialización fueron una universidad aparte. Y así, cada obra que le siguió, por más pequeña que sea, la considero un “master”. La reforma del DVD para un primazo y luego un loft para otro amigazo. Esta tercera obra en particular, fue donde por primera vez me emocionó de sobre manera un espacio creado por mí. Creo que ahí me sentí arquitecto, en su luz, en su estructura, en su materialidad y en su todo orgánico.

  • ¿Cómo nace y qué conceptos rescata el Pabellón “Catenarius”?

Catenarius es la re-interpretación a nuestro tiempo, lugar y técnicas, de un modelo constructivo patentado ya en 1945 aproximadamente, por el Inventor James Waller, uno de los pioneros de hormigón armado. Él lo llamó el sistema “Ctesiphon”. Esta misma estructura fue re interpretada por el Arq. Félix Candela en su primera cáscara experimental y yo la conocí a partir de este ejemplo estudiando su obra. Cuando comprendí la manera en que se generaba su geometría, mediante un ingenioso encofrado textil, me vi tentado a construir un prototipo. Eso significó re dibujar y analizar en detalle la manera de construirlo y lo consideré pertinente para convertirlo en una investigación como Trabajo Final de Grado. En esta re-interpretación se innovó en la materialidad, ya que en lugar de construirla en hormigón armado la hice en mampostería armada con ladrillos de suelo cemento. También se innovó con un encofrado metálico sobre ruedas que le permitía ser re utilizable y movible sin mayor esfuerzo y en poco tiempo.

  • ¿Cuáles posibilidades o combinaciones estructurales pueden surgir como la obra Catenarius?

El secreto para que sea razonable construir una cáscara se encuentra en su método constructivo y en su geometría. Las cáscaras se convirtieron en una especie en extinción por el costo y la complejidad de sus encofrados. Por eso, lo que me llamó la atención del sistema Ctesiphon fue su método geométrico-constructivo simple, económico y versátil. El secreto está en su encofrado, que se trata de una máquina de construir muy económica, gracias a que la mayor parte de su superficie se resuelve con material textil liviano, como bolsas arpilleras o plastilleras, muy baratas por m2.

Pueden probarse distintas materialidades, hormigón armado, mampostería armada, con mampuestos de tierra, cocidos o piedra, con ferrocemento, y tengo el sueño de poder experimentar alguna vez un catenarius de tierra armada con takuaras. Se puede modificar fácilmente la distancia entre nervios, la luz libre, la flecha del arco, e incluso se pueden realizar bóvedas curvas en planta, o cúpulas.

  • Además de la estructura liviana ¿exploras otras alternativas en la actualidad?   

Al tener como punto de partida proyectual, el sistema estructural de la obra, constantemente estamos trabajando con tipologías estructurales, que pueden ser repetibles, escalables, relacionables, mutables y transformables. Esto nos estimula porque comprobamos que en la producción en serie de una misma tipología obtenemos gran economía, nada que la revolución industrial no haya ya inventado. En este camino aparecen estructuras que no necesariamente son livianas, como bancos de HoAo, domos de mampostería o pesados muros portantes de 30 cm con cámara de aire para el confort térmico. No somos fundamentalistas, cada obra tiene sus condicionantes.

  • ¿Nos comentas dónde te formaste?

Terminé la facultad en el 2011 en la Facultad de Artes, Diseño y Arquitectura (FADA) de la Universidad Nacional de Asunción. Mientras cursaba la carrera fui ayudante de cátedra en la materia “Introducción a la Arquitectura Contemporánea” y en las clases de Proyecto del Taller “E” como ayudante del Arq. Sergio Ruggeri en 2do Semestre. Lastimosamente dejé de poder dedicarle el tiempo y compromiso que requiere esa titánica tarea y tuve que pedir permiso, con el compromiso de volver apenas puede organizarme. Me apasiona la enseñanza.

Como apasionado de la arquitectura, las tecnologías apropiadas y la permacultura, participé de varios workshops y cursos transformadores con Gernot Minke, el grupo Aqua Alta y Takuara Rendá.

  •  ¿Influyen las obras de un arquitecto en la sociedad?

Todos, no sólo los arquitectos, influimos en la sociedad con nuestras obras, y es importante reflexionar como lo hacemos para estar satisfechos con eso.

  •  Motivan ideas y proyectos ¿Quiénes son tus referentes?

Locales: Mi esposa, mis viejos, mis tíos Ricardo y Luis Fernando Meyer, Javier Corvalán, Solano Benítez, Sergio Ruggeri, Joseto Cubilla, Sergio Fanego, el estudio Ruggero-Zarza, Andrés Careaga, Tomboly Carísimo, Lukas Fuster, TDA, Guillermo Gayo, Grupo Culatajovai, OCA, Equipo de Arquitectura, OMCM Arquitectos, UNO/3.

Regionales: Niemeyer, Vilanova Artigas, Reidy, Burle Marx, Lelé, Lina Bo Bardi, Marcos Acayaba, Paulo Mendes da Rocha, Rafael Iglesia, Francisco Cadau, Javier Mendiondo, Federico Cairoli, Nicolás Campodónico, Al Borde Arquitectura y Messina Rivas Arquitectura.

Universales: Candela, Dieste, Caveri, Gaudí, Torroja, James Waller, Nervi, Minke, Wright, Le Corbusier, Buckminster Fuller, Mies, Aalto, Gropius, Jacobsen, Eames, Frei Otto, Zumthor, Miralles.

  • ¿Quiénes motivan tú día a día?

Mi esposa y mis hijos por sobre todo. También los colaboradores, los clientes, los jefes y la sana competencia entre amigos colegas.

  • ¿Cuáles son los sueños y desafíos para el futuro?

Somos un estudio en construcción y en constante transformación. En lo académico deseamos volver a conectarnos más con la facultad y con los talleres que realizábamos en Catenarius, para poder transmitir las experiencias que venimos realizando y mejorarlas en este intercambio. En nuestro servicio de proyectos y obras no paramos de profundizar en cuestiones administrativas, logísticas, técnicas, para ofrecer siempre una mejor calidad. El proyecto más ambicioso en el que estamos hace años y que actualmente está tomando forma, es generar una fábrica de mobiliarios e infraestructura urbana de hormigón armado pre fabricado. Con diseños propios y también de colegas que deseen encargarnos la construcción de sus diseños.

  • Algunas palabras especiales para los que se inician en la arquitectura.

Ser esponjas de la realidad, leer mucho, no sólo de arquitectura sino de todo lo que a uno le interese, nunca perder la curiosidad y la capacidad de asombro de los niños, viajar, estudiar al detalle la mayor cantidad de obras de arquitectura, trabajar en distintos lugares y funciones para abarcar la complejidad de la profesión y no quedarse sólo en una especialidad, estudiar y utilizar los últimos softwares pero sin limitarse con ellos, siempre es mejor algo que se puede realizar con lápiz, papel, a pie de obra, y con sentido común. Generar grupos de amigos que compartan la misma pasión para retroalimentarse y hacer divertida esta dura carrera. Curiosear en cualquier obra y hablar con los albañiles. No cansarse de observar las mismas obras para descubrir nuevas cosas. Por último, pero lo más importante: desarrollar el espíritu crítico para transformar esta sociedad que necesita ser revolucionada.

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